“Salir a la calle con una mascarilla facial es simplemente inútil, salvo que estén enfermos, en cuyo caso no la utilizarían para protegerse sino para proteger a los demás.”

Así empieza el artículo publicado por José María Peña Sánchez de Rivera, catedrático de medicina por la Universidad Autónoma de Madrid y coordinador de Enfermedades Infecciosas en el Hospital Universitario La Paz.

<Artículo extraído de eldiario.es>

En la siguiente publicación expongo una reseña de dicho artículo para hacérselo llegar. 

Antes de seguir me gustaría aclarar que, aunque seamos profesionales de la salud, no somos expertos en enfermedades infecciosas ni en lo que al coronavirus COVID-19 se refiere. Es por ello que investigamos en la literatura, escuchamos y aprendemos de los profesionales que sí lo son. 

 

El COVID-19 es un virus que afecta a los humanos, no a los animales, y solamente contagian las personas infectadas. Puede sonar obvio pero prefiero recalcar lo evidente, y más hoy en día que estamos rodeados de bulos y “fakenews”

Bien, solo los humanos infectados contagian, pero ¿cómo?

Antes de proseguir deberíamos definir lo que se conoce tradicionalmente en medicina como «Gotitas de Flügge», en honor a un bacteriólogo alemán (C.G.F.W. Flügge) que en la década de 1890, demostró que, incluso al «hablar en voz baja», gotas diminutas (microgotas de Flügge) se enviaban al aire. Ahora sabemos que estas gotitas no son uniformes sino de dos tipos bien diferenciados: 

  1. Gotas propiamente dichas (Droplets en inglés), son las partículas grandes (>5 μm), que se emiten al hablar, toser o estornudar, no permanecen en el aire y se depositan inmediatamente en las superficies o en el suelo. Dos ejemplos serían el virus de la gripe o la bacteria de la meningitis. 
  2. Aerosoles, son partículas más pequeñas, de <5 μm, por lo que no son atrapadas en las vías altas respiratorias y llegan directamente al fondo del pulmón (alveolo pulmonar). Permanecen en el aire durante varias horas y las corrientes aéreas las trasladan por lo que pueden transmiten la infección a largas distancias.  El ejemplo clásico es la tuberculosis.

Esto es esencial para comprender cómo se puede transmitir el COVID-19 de persona a persona. Entender que cuando hablamos, tosemos o estornudamos desprendemos por la boca estas pequeñas gotitas denominadas microgotas de Flügge que, en personas infectadas aunque sean asintomáticas, transportan el coronavirus.

El coronavirus se replica fundamentalmente en el tracto respiratorio. En la mayoría de los casos solo en los tramos superiores, lo que se traduce en formas clínicas leves. En los casos graves se replica además en las partes más bajas, lo que justifica la neumonía. 

Entonces son las secreciones respiratorias las que contiene el virus y lo llevan al exterior. 

El contagio se produce en el momento que contactan con las membranas mucosas de los ojos, nariz o boca de otra persona. Este contacto puede ser tanto directo como indirecto y es importante entender que el COVID-19 no traspasa la piel. Repito: el contagio es a través de las mucosas, es decir, ojos, nariz o boca.

El contacto directo es la situación en la que las secreciones oro-naso-faríngeas (gotas respiratorias) impactan directamente en las mucosas de la cara de la otra persona. Es decir, si alguien nos habla, canta, estornuda, escupe o tose cerca. Si el enfermo llevara mascarilla de tela, las gotas quedarán atrapadas dentro de ella, y limitaría mucho el contagio directo.

Es por eso que las autoridades recomiendan esos dos metros de distancia con otras personas. En situaciones normales el máximo recorrido de estas gotitas diminutas es de 1 metro, pero por precaución se está aumentando a 2 metros. 

Si el coronavirus se expulsara al exterior en formas de aerosoles, como la tuberculosis (enfermedad mucho más virulenta y mortal), el problema sería distinto y mucho mayor. Por suerte no es el caso. Los enfermos de coronavirus no generan naturalmente aerosoles. Solo lo harían durante la realización de procedimientos invasivos, durante la prueba de fibrobroncoscopia por ejemplo.

Salir a la calle con mascarilla facial es inútil, salvo que sean las personas infectadas. En cuyo caso no la utilizarían para protegerse sino para proteger a los demás.

Si una persona sana sale a la calle con mascarilla facial, es insuficiente para evitar el contagio. Si se cruza con alguien por la calle y les estornuda a la cara, por ejemplo, sus mucosas nasales y orales estarán protegidas pero no sus ojos. Si se quisiera completar la protección se debería añadir unas gafas protectoras, pero no de cualquier tipo, deben de ser cerradas como unas gafas de esquí.

Si una persona enferma por COVID-19 viviera sola y tuviera que salir a la calle, la mascarilla sería más que suficiente. Sin gafas, las secreciones conjuntivales u oculares no salen desprendidas.

 

Espero  que esta publicación haya aclarado algunas dudas sobre las medidas de seguridad para evitar la transmisión de la enfermedad.

Para más información, ejercicios respiratorios y otro tipo de ejercicios para hacer durante el confinamiento, no dejéis de visitar nuestro Instragram: @cfisbadalona